Se conoce como job hopping a la práctica de cambiar habitualmente de trabajo de manera voluntaria. Una situación que empieza a ser cada vez más frecuente, principalmente entre las generaciones de trabajadores más jóvenes. Muchos job hoppers son especialistas en tecnología o en campos digitales. Las empresas necesitan de estas nuevas competencias y se disputan con avidez el talento de estos profesionales.
A priori, podría parecer que para las empresas el job hopping es una práctica perjudicial, porque implica una falta de compromiso con los objetivos a largo plazo. Sin embargo, no es necesario acumular antigüedad en la empresa para que esta se beneficie de lo que pueden aportar sus empleados.
¿Qué impulsa a cambiar de trabajo a un job hopper?
Según un estudio publicado en The Guardian, la Generación Y -los nacidos entre finales de los 80 y principios de los 2000- se compone de profesionales ciertamente inquietos. El 90% no trabajaría más de 5 años en ninguna compañía. El 37% planea cambiar de trabajo cada dos años. Y un 40% ya está pensando en su siguiente etapa profesional cuando empieza un trabajo nuevo.
¿Por qué alguien siente la inquietud que le empuja a cambiar continuamente de empleo? Los motivos personales pueden ser indescifrables, pero básicamente se debe a razones como:
● Búsqueda constante de nuevos retos profesionales, a menudo asociados a mejoras salariales o de las condiciones de trabajo.
● Un tipo diferente de mentalidad, que trasciende el concepto “trabajo para toda la vida” de generaciones anteriores, y se asocia con valores como independencia, fluidez o cambio.
● Ambición personal, que les lleva a desafiar el status quo y buscar continuamente nuevas experiencias.
Cómo pueden beneficiarse las empresas del job hopping
No se trata de verlos como una especie de desertores. Las organizaciones pueden beneficiarse de diferentes maneras del potencial de los job hoppers. Aunque pasen poco tiempo en sus plantillas, no dejan de ser profesionales altamente cualificados y de gran talento.
¿Qué pueden aportar a las empresas?
● Productividad elevada: es cierto que un job hopper difícilmente se comprometerá en un proyecto a largo plazo. Sin embargo, su naturaleza está orientada a crecer rápidamente, por lo que ofrecerá un rendimiento inmediato en proyectos a corto plazo.
● Experiencia acumulada: al haber tenido una trayectoria profesional dilatada en poco tiempo, los job hoppers son una fuente enorme de experiencias. Pueden traer con ellos una red amplia de contactos, diferentes perspectivas e ideas innovadoras y nuevas maneras de organizar el trabajo.
● Adaptación al cambio: el job hopper es por definición un sujeto totalmente adaptado al cambio. Esto le permite integrarse rápidamente en nuevos proyectos, equipos y objetivos.
● Clima laboral: si alguien cambia frecuentemente de empresa, lo más probable es que posea un carácter capaz de adecuarse a cualquier entorno. Esto mejora el clima laboral al evitar enfrentamientos con los compañeros, o gestionar mejor las situaciones de estrés e incertidumbre.
¿Se puede retener a un job hopper?
A pesar de todas las contribuciones positivas que puede aportar, para las empresas un empleado que está pensando en marcharse al poco de incorporarse no deja de ser una preocupación. Pero hay maneras de intentar retener a un trabajador talentoso a la par que inquieto. ¿Cómo?
● Mejorando la comunicación, con el objetivo de entender sus motivaciones e intereses.
● Ofreciendo planes de carrera y oportunidades de promoción interna.
● Asignando la responsabilidad de liderar proyectos ambiciosos a largo plazo.
● Atendiendo a elementos más allá del trabajo en sí, como la conciliación personal-profesional o las retribuciones no salariales.
● Igualando las condiciones de las ofertas que pueda recibir de la competencia.
Aunque no es un desafío sencillo para los departamentos de RRHH, todo esto contribuirá a una mejor percepción de la marca empleadora, capaz de retener el mejor talento.